miércoles, 4 de marzo de 2015

El hombre que vivía la vida de otros ( y IV)



Pronto conoció a su amigo el psiquiatra, que le puso como única condición para seguir con su amistad y su terapia, que no intentase vivir su vida. Sin compañeros de trabajo, con un solo amigo al que había prometido no robar su vida, optó por encerrarse en su casa y dedicarse a leer. La jornada típica de Lánime era acudir a la solitaria oficina, resolver los pocos y menores temas diarios, comer en la cantina del pueblo, acudir a la visita del psiquiatra que solía concluir con un largo paseo por la vera del río y encerrarse en su casa para leer y leer. Como exteriormente no era perceptible su debilidad y seguía manteniendo la apariencia de un caballero apuesto y varonil, pronto empezó a ser conocido en el pueblo como señor y todo el mundo, al cruzarse por la calle, le saludaba con un señor Lánime. A esto ayudaban su amistad con el doctor y su trabajo, que aunque cada día era menos importante debido a la nefasta fama que tenía en la central multinacional, era visto por los paisanos como una persona con responsabilidades laborales y probablemente buen sueldo.
 
Y allí nuevamente volvíó a las andadas. Ante la falta de personas a las que pudiera robar su vida y bajo el cumplimiento de la promesa que le hizo a su amigo, empezó a vivir la vida de los personajes de los libros que le gustaban. Tenía especial predilección por los cuentos infantiles. Lo comentó con su amigo que le sugirió, más por temor a que pudiera vivir su vida que por criterio médico, que no había problema en que viviera la vida de los personajes siempre que no dependiera exclusivamente de uno: su experiencia vital le había demostrado que era mejor repartir vidas entre varios personajes. Para no condicionar su comportamiento convinieron que Lánime no diría a su querido psiquiatra qué vidas vivía, aunque para el doctor era todo un reto descubrir sutilmente el personaje diario que ocupaba a su paciente. Este juego secreto les convirtió en íntimos amigos, tan peculiares que llamaban la atención de los tranquilos habitantes del valle, entre ellos el chaval que secretamente les espiaba día a día.

Y así, el doctor escribía:
2 de octubre. Lánime hoy es Hansel, va dejando migitas de pan por la vereda que hemos tomado esta tarde.
20 de enero. Hoy es el Príncipe Enamorado, lleva un zapato de señora en una bolsa y mira los pies de todas las chicas guapas con las que se cruza.
24 de abril. Ha sido un día estupendo. Ha llegado la primavera y el campo está precioso. El río baja cargado de agua de las montañas. Además, me he divertido mucho con mi querido Lánime. Me ha pedido que soñara en voz alta con cosas que me gustaría conseguir. Mientras mi imaginación se explayaba hablando de la suerte de la lotería, de una buena esposa y de un reconocimiento mundial a mi labor como investigador psiquiatra, él frotaba una lámpara llena de aceite que escondía tras su chaqueta. Ha sido una jornada muy divertida.
4 de mayo. Hoy ha sido una tarde peligrosa. Mi amigo era Alí Babá, ha aparecido vestido de bandolero, me ha pedido prestado mi fusil de caza y hemos trepado por unos riscos en busca de una cueva encantada. Hemos tenido la suerte de que el arma tenía una bala en la recámara porque hemos sido acosados por una manada de lobos hambrientos. Un disparo al aire les ha hecho huir alocadamente por la montaña. No sé que hubiera sido de nosotros en otras circunstancias.
7 de mayo. Hace dos días que nadie ve a Lánime. ¿Qué vida estará viviendo?.
9 de mayo. La policía y los jefes de Lánime han hablado conmigo sobre su falta de asistencia al trabajo. Soy un profesional y no les he dicho nada. Sospechan que algo grave le haya podido ocurrir. Han forzado su casa para comprobar que no estaba allí. Todo estaba en orden pero ni rastro de él. Espero que sea feliz con esta vida pero empiezo a tener curiosidad sobre qué estará haciendo. He buscado cuentos infantiles en el que el personaje desaparezca voluntariamente y sin previo aviso pero no he encontrado ninguna referencia. En fin, espero que se encuentre feliz en su nueva vida.
12 de mayo. Algunos vecinos me miran mal. Los veo que cuchichean a mi lado. Quizá sospechen que haya podido hacerle daño a Lánime. El panadero me ha dicho con sorna que tenía mucho dinero en casa porque desconfiaba de los bancos. El jefe de la policía se hace el encontradizo.
13 de mayo. El pobre Lánime ha sido encontrado devorado por los lobos en el mismo lugar donde fuimos atacados hace unos días. Me lo ha contado el jefe de la policía y se ha disculpado por haber sospechado de mí. Me ha dicho que iba disfrazado de mujer, como de Caperucita Roja. Descanse en paz.

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